GASPAR PEÑALOZA
Más que el material acumulado sobre la superficie terrestre, este sedimento pareciera ser el registro de una mente hiperactiva y el déficit atencional, su modo de dar cuenta de la experiencia. Se trata de un cedazo que drena la realidad y la escritura, en vez de quedar fija, es un flujo que permanece concatenado. Su prosodia, como en un efecto dominó, despliega un cotidiano de imágenes trepidantes y en un mismo espacio se encuentran las múltiples personas del verbo donde ni el ritmo ni la mirada pueden permanecer estables. El poema funciona entonces a la manera de un caleidoscopio que deja entrever el paso del tiempo o, en palabras de Oppen, el pensamiento en el trascurso del mundo. Quizá por eso los lectores experimentamos una notable paradoja,de cobijo y desorientación. De esa manera, sedimento logra articular una voz que se deja contaminar y ese riesgo es un acierto para la extraña, notable comunicación del poema.