MISTRAL, GABRIELA
Nos hemos limitado a la porción comprendida entre 1912 y 1918, por varias razones que conviene recapitular. Durante esos años, vivió en Los Andes, ciudad en la cual funcionaba el liceo de niñas de que era profesora. Y allí, según consta en no pocos testimonios propios y ajenos, disfrutó de un ambiente muy grato. Por lo demás, es el hecho de que en este período se producen algunos sucesos trascendentales en la vida de la poetisa: primeramente, colabora con notable abundancia en la prensa chilena; en seguida, afronta la publicación en países distantes, como se prueba con la inclusión en esta serie de por lo menos dos de sus producciones en la revista Elegancias que
se publicaba en París bajo la dirección literaria de Rubén Darío; en tercer término, también dentro de ese período cae la revelación en los Juegos Florales de 1914, con una vasta publicidad que la hizo conocida en forma resonante en todo Chile y también fuera de él. La recopilación que intentamos adquiere también otro valor para la investigación literaria que haya de emprenderse sobre los temas y el estilo de Gabriela Mistral, ya que autoriza a datar en forma muy aproximada la composición de poesías que, recogidas en Desolación y en Ternura, por ejemplo, han pasado hasta hoy sin que se pueda pronunciar ninguna distancia específica de tiempo entre una y otra. Datados ahora los poemas y las prosas de aquellos libros, tal vez sea más fácil al crítico del futuro establecer entre qué polos corrió la inspiración.
RAÚL SILVA CASTRO
GABRIELA MISTRAL. Seudónimo de Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, nació el 7 de abril de 1889 en Vicuña, Chile, y murió el 10 de enero de 1957 en Nueva York, Estados Unidos. Escritora y Premio Nobel de Literatura en 1945. La prensa regional de La Serena, Ovalle y Vicuña difundió sus primeros escritos, especialmente los periódicos El Coquimbo y La Voz de Elqui. En el período que este libro comprende, trabaja de maestra en la ciudad de Los Andes, con breves excursiones a Santiago y Concepción. Los progresos en la profesión docente corrieron paralelos al desarrollo de su producción poética. Durante esta etapa se gesta Desolación y colabora con la revista Elegancias, que dirige Rubén Darío desde París. En 1914 gana los Juegos Florales con «Los sonetos de la muerte» y en 1951 obtiene el Premio Nacional de Literatura. Es considerada uno de los principales referentes de la literatura chilena e hispanoamericana del siglo XX.