MASSÍS, MAHFÚD
No sabemos cuándo Caín, quien maldito desgarra errante los suelos con el azadón, ha recordado el exilio al que Dios lo condenó; cuándo fue que despertó para caminar -y no parar de caminar- en este sueño en el que Dios ya no responde. Caín, muerto-viviente, gusano cuyo trazo de subsuelo fertiliza los cadáveres que abundan a su alrededor, recortó parte del horror y lo compartió con nosotros. Este libro (¿cuero cabelludo encontrado en los aserraderos de Aysén?) está en descomposición. Desde casi 70 años es materia orgánica que rebrota de lo inerte, de los tejidos que han de sepultarse. ¿Escuchan el movimiento de la raíz que se cuela través la carne? ¿Escuchan su redoble bajo la tierra?