VEGA, FRANCISCO / ROCCO, VALERIO
La ingente cantidad de problemáticas que han acompañado a la filosofía del arte contemporánea entre ellas la del propio estatuto que podría tener una disciplina autónoma dedicada a las cuestiones de la aisthesis no ha dejado de estar acosada por un cierto tono desencantado respecto de las potencias y potestades que podría poseer el arte en el contexto actual, tematizado por muchos como postpolítico. Para cualquier tentativa de teorización medianamente exhaustiva de dicho escenario en el que han despuntado problemas como el del retorno de lo sublime, el de la enunciación (imposible) de la catástrofe, el de los simulacros y la genealogía del espectáculo o, nuevamente, el del fin (postartístico) del arte, resultará sin duda difícil no tener a la vista nociones como la de regímenes del arte o la de reparto de lo sensible. En efecto, a través de esas y otras categorías fundamentales que vertebran su reflexión, el filósofo J. Rancière, al menos desde mediados de los '80, ha venido reconfigurando las coordenadas analíticas al uso con una densidad y alcances poco comparables, labor que ha tenido entre sus objetivos fundamentales precisamente el de desafiar esa supuesta revocación de lo político.