ELTIT, DIAMELA
Del conjunto de estos textos publicados por primera vez en 2000 y reeditados ahora por Seix Barral pueden hacerse, entre otras, dos observaciones. Una: casi en su totalidad responden a un gesto de apertura al mundo cotidiano y de compromiso con estímulos culturales del día tras día. Son textos en los que alienta, de algún modo, el espíritu de la crónica, y no solo por su objeto (inevitablemente huidizo, cambiante, pasajero, provocativo), también por la modalidad de la escritura, eminentemente periodística. Dos: el discurso crítico de la autora se abre a la reflexión suscitada y orientada por problemáticas muy diversas, pero en varios puntos entrecruzadas: la memoria ensombrecida, traumada, de los tiempos de la dictadura y el modo, fraudulento a su juicio, en que la asume la transición; y los secretos designios del neocapitalismo posmoderno y sus implicaciones sociales, éticas y estéticas; los signos ofrecidos a sus desciframiento por las propuestas provenientes del mundo de la plástica, del video, del cine, de la fotografía, del bordado artístico y, desde luego, del mundo de la misma literatura, la propia y la de otros. «El discurso crítico de Diamela Eltit se halla presidido en su desarrollo por diversas constantes, es decir, por diversos nudos temáticos recurrentes, a los que se interroga una y otra vez dentro de esferas culturales distintas ( ) Autora de varias novelas (Lumpérica, Por la patria, El cuarto mundo, Vaca sagrada, Los vigilantes, Los trabajadores de la muerte) que instalan otro modelo narrativo en la historia chilena del género (un modelo provocativo sobre todo para un público de lectores como el chileno, mayoritariamente conservador en su adicción crónica al cumplimiento de expectativas literarias convencionalizadas, que a los más admite algunas osadías sin consecuencias pero en sí mismo seductor por la finura de su inteligencia y los efectos de verdad de su estética), y de libros que problematizan su propio género discursivo» (Leonidas Morales T).