BADIOU, ALAIN
Pienso que, en el mundo contemporáneo, y de hecho, probablemente desde la Revolución francesa, existen, en el nivel de lo que yo llamo la Idea, dos orientaciones fundamentales, digamos dos vías, y sólo dos. Pienso que la política es, en última instancia, la dialéctica conflictiva de estas dos únicas orientaciones, allí donde ambas se constituyen.
Por un lado, está la orientación dominante, que hoy, por desgracia, es abrumadoramente dominante: la orientación según la cual los verdaderos amos de las sociedades son, inevitablemente, los amos de la economía, es decir, los propietarios de los medios de producción y otros agentes del espacio financiero. Esta orientación implica que, en gran medida, las alternancias políticas tienen poca importancia: en última instancia, los distintos dirigentes electos harán más o menos lo mismo, porque eso es lo que la economía liberal exige. A esta vía, es correcto y justo llamarla vía capitalista. Ese es su nombre desde hace dos siglos.
Y luego nos queda, en menor medida, otra vá, aunque muy débil o casi inexistente, que en otros tiempos existió con más fuerza. En ella se afirma que la colectividad debe reapropiarse de todos los medios de su existencia y, en particular, debe reapropiarse de todos los medios económicos, productivos y financieros. Esta es la vá que ha sido llamada comunista. No sólo pienso que debemos seguir llamándola así, sino que renunciar a ese término no es más que asumir una derrota. Esa palabra, tomada en su sentido original, expresa claramente lo que debe expresar. La vía de la que hablo consiste, efectivamente, en poner las cosas en común, y situarse bajo imperativo del bien común.