BENJAMIN, WALTER
Frente a la pregunta: ¿Cómo vivir lo moderno?, Benjamin responde con una
sorprendente filosofía urbana. Entre el exilio y la memoria, la transparencia y la opacidad, el paseo y la revolución, Benjamin nos demuestra cómo la ciudad aún no se ha inventariado suficientemente. Es por este motivo que ella es un centro de gravedad de su pensamiento, hacia el cual convergen sus otras arquitecturas lingüísticas, estéticas o políticas. Sin embargo, esta lectura de la metrópolis como teoría de la modernidad no debe hacerse únicamente a nivel textual: si la filología es la ciencia primaria de la interpretación de los textos, para Benjamin la teología es la ciencia fundamental de la interpretación del mundo. Dicho de otro modo, no es suficiente aplicar los preceptos de la lectura textual (hermenéutica, comentario, interpretación) para superar la modernidad, es necesario realizar una lectura teológica para leer la metrópolis.
En este sentido, rastrear la teología urbana de Walter Benjamin significa, por tanto, elucidar el dispositivo descriptivo de la metrópolis en un doble gesto: conceptual y figurativo. Por una parte, tratar de aprovechar la experiencia literaria de la modernidad. Por otra parte, la figura etnográfica del flâneur que corresponde a la segunda etapa del dispositivo de descripción de la ciudad, es decir, el marco figurativo ideado por Benjamin que permitirá recuperar la dimensión existencial de la modernidad. En efecto, no basta con cambiar simplemente el marco de la percepción intelectual, revertir los métodos y reformar el enfoque epistemológico. El Capital como productor de la modernidad, también produce hombres modernos, los únicos capaces de captar los principios internos de su movimiento.