SILVIO CUNEO
El encarcelamiento es asunto de enorme complejidad y profundizar en él es una de las urgencias que impone la vida moderna. No es razonable vivir pensando en que están ellos y nosotros. A esos ellos encerrados no los vemos y nada tienen que ver con nosotros, pero la cárcel y el encarcelamiento, más que controlar o prevenir el delito, constituyen sistemas de gestión de la pobreza, y quienes habitan las cárceles chilenas pertenecen casi exclusivamente a los grupos más pobres y marginados de la escala social. El aumento carcelario hace que la cárcel vaya poco a poco transformándose en una situación normal para quienes habitan los sectores marginales y segregados de nuestras ciudades.
Encarcelar a un semejante es un acto violentísimo, que supone dejar un cuerpo en un espacio diminuto, deshumanizando a quien debe sufrirlo, y deshumanizar a un semejante significa también deshumanizarnos a nosotros mismos, y la deshumanización masiva supone necesariamente la deshumanización de la sociedad. Y esto es así, aunque no nos enteremos del dolor de los presos.