AA.VV
En la última década, las democracias en nuestro continente han cambiado de manera acelerada y, a ratos, de forma inesperada: a la crisis de representatividad y la desafección de los ciudadanos hacia los mecanismos de participación tradicionales, como las elecciones y la militancia en partidos políticos, se suma el cuestionamiento de la ciudadanía hacia instituciones como los tribunales de justicia, los medios de comunicación y las policías. Son síntomas que permiten entender, en parte, la reaparición de diversos movimientos sociales multitudinarios, que desafían a los gobernantes por respuestas adecuadas en un escenario de creciente desconfianza hacia las élites y con altos niveles de desigualdad.