DIAZ ARMIJO, GLADYS
En febrero de 1975, la periodista Gladys Díaz, directora del periódico del MIR El Rebelde, fue detenida por la DINA y llevada a la Torre de Villa Grimaldi. Allí pasó tres meses, sometida a crueles vejámenes que la dictadura convirtió en rutina.
Este libro es una reflexión sobre la condición humana, sobre la fragilidad de la vida y los límites que algunas personas están dispuestas a cruzar para afirmar su poder sobre los demás. Es un relato crudo, pero también optimista, ya que retrata la solidaridad que florecía entre prisioneros sometidos a horribles tormentos y l humanidad que aflora incluso entre los represores, como el "sargento Chacra", cuyos gestos hacia los prisioneros pudieron haberle costado la vida.
El acto de fraternidad, amistad, cariño donde el "yo" es capaz de fundirse con el otro puede dar paso a otros niveles de conciencia, como ocurrió con algunos prisioneros de Villa Grimaldi. Describir y valorar estos momentos es fundamental cuando el individualismo de nuestra sociedad parece haber triunfado sobre la organización colectiva, impidiendo la cohesión social. Tendemos a vernos en soledad, incapaces de unirnos en luchas comunes incluso entre personas que sufren las mismas carencias, las mismas injusticias.
Aferrada a mi balsa destaca el rol que juega la solidaridad y el amor fortaleciendo al colectivo en los momentos más horribles, los momentos en que se cruzan todos los límites del respeto y la dignidad humana. Cuando un régimen busca destruir cruelmente a los prisioneros como individuos y como colectivo, la solidaridad ejercida y la solidaridad recibida es lo que permite marcar la diferencia valórica entre la dictadura y la resistencia.